Norah Borges. La pintura ha sido inventada para dar alegría
Norah Borges. La pintura ha sido inventada para dar alegría
La hermana de Jorge Luis Borges es más que la hermana del escritor canonizado. La bondad y el misterio del mundo en los ojos de Norah.
“La pintura ha sido inventada para dar alegría al pintor y a los espectadores” afirmaba Norah Borges a principios de los noventa, a la prensa española que exhumaba el ultraísmo, la vanguardia hispana de aura internacional. Para los legos era un desconocida. Para los estudiosos de Jorge Luis Borges, su sombra. Las recientes investigaciones y exposiciones proyectan otra Norah. Una artista esencial del Siglo XX hispanoamericano. Con activa participación en ambos lados del Atlántico entre los veinte y los treinta, Norah Borges fue la musa y creadora, decisiva para escritores y artistas que acriollaron las últimas tendencias. Su estilo naïf hizo del milagro y la bondad una imagen perenne y apátrida. La misteriosa Norah, que no hablaba de enfermedades, y adoraba las listas infinitas como Jorge Luis. Que la valoró el escritor recién en 1974, texto aparecido en una edición italiana posterior de cartones de medio siglo atrás, “una gran artista, que ve espontáneamente lo angelical del mundo que nos rodea”, sentenciaba el autor “Fervor de Buenos Aires”, que se valió del talento de la hermana desde los primeros poemarios. En mucho de la fundación mítica en Palermo de esquinas rosadas, en la manera de mirar un mundo que desaparecía en fiordos escandinavos según Jorge Luis, Norah estuvo ahí para dar amor nacido del barrio que nunca se fue.
Óleos, frescos, collages, tapices, acuarelas, témperas puntillistas, ex libris, abecedarios, horóscopos, vidrieras de Harrods, vestuario para el teatro son algunos de los oficios terrestres de la artista infinita. Nacida el 4 de marzo de 1901 en la casona de Palermo, a la cual volverían una y otras vez en la memoria con Jorge Luis; fueron los hermanos inseparables. “Norah, en todos nuestros juegos, era siempre el caudillo; yo, el rezagado, el tímido, el sumiso. Ella subía a la azotea, trepaba a los árboles y a los cerros; yo la seguía con menos entusiasmo que miedo”, recordaba a la única hermana, la compañera fundamental en la educación sentimental de Borges; incluso en cómo concibió la femeneidad, y las relaciones con las mujeres, concuerdan los biógrafos. Victoria Ocampo, que sería una amiga de la artista, aunque no tanto como Silvina Ocampo, con quien Norah comparte tanto, aquel mundo infantil tierno y siniestro, acota, “Norah, la hermana de Borges, era entonces una muchacha encantadora, con grititos de pájaro que lanzaba, con la mayor naturalidad del mundo (pese a una aparente afectación), y preguntas como: “Y usted, ¿qué prefiere: una rosa o un limón?” -sus colores preferidos juntos al verde, todos en pasteles-. O bien: “¡Ay Victoria! ¿Usted piensa siempre?”. Vivía en un mundo propio, en el que su hermano jugaba el rol principal. Un mundo poético y maravilloso en el que deambulaban los dos, con el alma infantil, el talento y la inocencia, inquietante a veces, de dos niños un poco locos”, en una definición que cabe también para la hermana de la propia Ocampo. Norah, bautizada así por Jorge Luis, ya que sus nombres verdaderos eran Leonor Fanny.
“La estancia en Suiza fue importante tanto para mí como para mi hermano. Jorge Luis estaba entusiasmado con la poesía expresionista alemana, y encargaba todas las novedades. A mí también me interesaba el grabado expresionista, el grabado en madera”, recordaba Norah del contacto con maestros germanos y suizos, especialmente en xilografía, que darían fruto en el iniciático libro de poemas e ilustraciones propias, “Notas lejanas” (1915) Mientras Norah iría acallando sus ímpetus de escritora, quizá para no competir con el hermano mayor, crecía en manifestaciones estéticas, en plena Primera Guerra Mundial, fijando residencia en Sevilla. Allí en España los hermanos, principalmente Jorge Luis, conocen a la vanguardia ultraísta de Rafael Cansinos Assens, Vicente Huidobro, Jacobo Sureda, Adriano del Valle y Guillermo de Torre. Futuro esposo de Norah. Ella fue la compañera inseparable de Borges en la gesta vanguardista europea, que importarían a la Argentina en el retorno de 1921, y participó en casi todas las revistas con las que el escritor colaboró. Norah Borges puede encontrarse algún grabado o dibujo en las revistas “Baleares”, “Tableros”, “Grecia”, “Ultra”, “Reflector”, “Manometre” y “Formisci”; seminales de la modernidad española. “Norah Borges perfora y halla la recóndita intrarrealidad de su arte en raptos de percepción apasionada. Norah, iluminada, hiperconsciente, trémula de nostalgias argonáuticas, ritmiza sus latidos con muestras más violentas diástoles intelectivas […] Ella es la tipificación más encantadora del candor purificado”, escribiría en una de estas revistas el enomorado de Torre, en la verba abigarrada del ultraísmo.
Buenos Aires, la vanguardia martinfierrista, Norah
Ya en Buenos Aires, los hermanos iban a compartir la página única de los dos números de la mural “Prisma”. Norah será la más consecuente colaboradora plástica de “Proa”, primera y segunda época, y ambos se cruzarán muchas veces en la fundacional “Martín Fierro”. Borges publica sus dos primeros libros en 1923 y 1925, y ambos, “Fervor de Buenos Aires” y “Luna de enfrente”, ilustrados por Norah. En aquellos trabajos se podía ya advertir una síntesis muy personal de las vanguardias europeas y la modernización argentina, un vanguardia de una sola mano que mantendría por décadas, una de Norah.
En esta etapa de mayor exposición pública, parte de la vanguardia del Grupo Florida, única compañera de Norah Lange, las dos únicas mujeres del colectivo que revolucionó -moderadamente- las artes vernáculas, Norah Borges expone individualmente un par de veces en Amigos del Arte, y en 1927 participó de una muestra colectiva en el Salón Florida, junto con Héctor Basaldúa, Juan del Prete y Xul Solar. Respecto de la obra que Norah exhibió en esa oportunidad, Atalaya – Alfredo Chiabra Acosta- comentaba: “Diluye, pues, un poco esta voluptuosidad de niña candorosa, las tonalidades tersas, casi celestiales, verdadera deleitosa fruición visiva. De esta mezcla de ingenuidad, sensual, catolizante, fluye de sus cuadros no sabemos qué de poético, eminentemente femenino”. Quedaría pegada por décadas a la etiqueta de “artista eminentemente femenina”, aunque pocos contemporáneos se animaron a destacar “actitud libertaria” y su “acción renovadora” del arte argentino.
“Fémina porvenirista”, según el madrileño de Torre, con quien casarían en 1928, escribe Norah, cuándo no, una lista de sus fuentes de inspiración en el diario La Nación, “Los juguetes populares de cartón pintado.Las muñecas de aserrín con enagüitas almidonadas. Los mates de plata con un pajarito…Las casas de Buenos Aires con alegorías de yeso: columnas, el cuerno de la abundancia, sirenas”, entre otros objetos insólitos, en una muestra de una poeta concreta en potencia. Que no conocimos.
De 1932 a 1938 el matrimonio permanece en Europa, entre España y Francia, y realiza Borges una importante exposición individual en el Museo de Arte Moderno de Madrid, muestra que recibe elogiosas críticas de Ramón Gómez de la Serna -quien le dedicaría una pionera monografía en 1945, la única hasta 1993 de Patricia Artundo-. En esa estadía Norah colabora con Federico García Lorca en el teatro ambulante de La Barraca y realiza los figurines para el montaje de “Égloga de Plácida y Victoriano” de Juan del Encina. De regreso a Buenos Aires, los tiempos de la loca vanguardia de los veinte son pasado al igual que el Palermo de la infancia -que ella trataría de recuperar en sus policromos-. Su pintura actual recrea los temas que descubrió durante la juventud, quizás más desolados, a veces metafísicos, inscriptos en algunos casos en esa atmósfera de realismo mágico, anticipándose a las corrientes literarias de los sesenta.
“Los niños son anteriores al cristianismo”
En los cuarenta, la artista adhiere a la Junta de la Victoria en la Argentina, asociación feminista antifascista donde militaban Annemarie Heinrich, Raquel Forner y Silvina Ocampo. Y acompañaría a la madre Leonor en el mes de cárcel por sus críticas al regimen peronista. Por aquellos años Borges dirige la revista “Los Anales de Buenos Aires”, de efímera existencia pero medular para definir la teoría borgeana de las artes, y Norah firma artículos de crítica de arte como Manuel Pinedo, muchos alabando a los artistas exiliados republicanos, y varios argentinos ajenos a su estética, Antonio Berni entre otros.
Entre los sesenta y setenta vuelve Jorge Luis a requerir la colaboración de Norah para la primera edición de la “Obra Poética”, editada en 1964, de la que participan otros destacados artistas plásticos. También para la primera reedición de “Fervor de Buenos Aires” de 1969 y la primera y única edición de “Adrogué” (1968), una evocación nostálgica de sus veraneos juveniles compartidos, en esa población del Gran Buenos Aires. Si bien ilustró la recordada edición argentina de “Platero y yo” (1942) de Juan Ramón Jiménez, portadas de Rafael Alberti, las Ocampo, Adolfo Bioy Casares -incluyendo la mejor novela, “La invención de Morel”-, Norah Lange y Julio Cortázar, en los sesenta espacia sus exposiciones y apariciones públicas, escondida de los muy famosos escritores, hermano y marido. Recién en 1977, un suceso fortuito, quince litografías inéditas en Milán, Italia, casualmente encontradas en un anticuario, concitan nuevamente el interés por la artista “Escribir este prólogo ha sido para mí una suerte de necesaria felicidad. Mucho le debo a Norah, más de lo que pueden decir las palabras, menos de lo que pueden significar una sonrisa y el compartido silencio” estamparía Jorge Luis, Giorgino para Norah. Ella, Noringa para el hermano que no trepaba los árboles, “Estaba pensando que de Norah sé poco, menos que de casi nadie. Es tan reservada. Con ese sistema de elogios al interlocutor no muestra nada de sí (salvo que trata de que haya alegría y bienestar)”, confesaría un perplejo Jorge Luis Borges de su hermana, en las memorias de Bioy Casares.
“Los niños son anteriores al cristianismo” sacaba de la galera estas frases Norah, y que desconcertaban mesas aristocráticas, de esas viejas familias venidas a menos que tanto gustaban a la artista. Como las vanguardias que ella había traído en las maletas, en España despuntó el temprano reconocimiento a mediados de los noventa para Borges, en los esfuerzos en recuperar los ismos del rico periodo peninsular de 1910 a 1936. Puede la artista visitar la primera antológica que se le dedica en 1996 en el Centro Cultural Borges, acertadamente denominada “Norah Borges, casi un siglo de pintura”, y fallece en el habitual silencio, en el austero departamento de Barrio Norte, el 20 de julio de 1998. El Museo Nacional de Bellas Artes, en Neuquén y Buenos Aires, realiza las dos últimas muestras de relevancia, en 2006 y 2020.
Varios museos del mundo poseen obras de Norah Borges pero existen más en coleccionistas privados y particulares, ya que ella misma cuando alguien se acercaba a comprar, y ofertaba, generalmente a la baja, la artista exclamaba “¿Tanto? Es demasiado. Deme menos” Más fue Norah, más que Jorge Luis en varios aspectos, más misterio, menos pesimismo y cinismo, más amor. En palabras del escritor español Gómez de la Serna, para quien Borges era la gran musa de las artes de los veinte en dos contientes, “la perspectiva de Norah Borges es extensa porque ve el mar cuando está mirando la tierra y ve la tierra de dentro cuando está mirando el mar. Yo siempre he visto en la aparente simplicidad de Norah su profunda estrella, su estar viendo un más allá amoroso como la conjunción de la brújula con la rosa de los vientos. ¿De qué sonreís vagamente?…Aprovechemos que está entre nosotros Norah, identificados sus momentos, jalonado su soñador destino y no escatimemos el homenaje por esa audacia de su modo de ver, destacado entre lo mediocre o lo consabido”
Fuentes: Lorenzo Alcalá, M. Contrapunto borgeano en Maylorenzoalcala.com.ar; Norah Borges, una mujer en la vanguardia. Catálogo Museo Nacional de Bellas Artes. Buenos Aires. 2020; Bonet, J.M. Norah Borges y Guillermo de Torre: un amor ultraísta en Abc.es
Imagen: Télam / Ministerio de Cultura Argentina