Una gran marca argentina

La trayectoria de Havanna es una de las más valoradas por los argentinos y una marca que lleva más de 60 años en el mercado.

La trayectoria de Havanna es una de las más valoradas por los argentinos y una marca que lleva más de 70 años en el mercado. El 70 % del negocio de la compañía pasa por su producto estrella: el alfajor. Producto que inicialmente se comercializaba solo en sus locales de la costa atlántica (con base en Mar del Plata) y que formaban parte de un clásico… Nadie podía volver de la costa sin una caja de alfajores Havanna.

Con el tiempo, la empresa comenzó una expansión que permitió un gran crecimiento a nivel nacional. Sus productos aparecieron en supermercados, aeropuertos, quioscos y otras tiendas reconocidas. Incluso incursionaron en el otorgamiento de franquicias, con un cuidado muy fuerte en la imagen de marca.

En el año 2001 y a partir de la crisis que vivió el país, la empresa, ya en manos del grupo inversor, inició una expansión estratégica con una mirada puesta en el exterior: la intención fue convertir el producto en el “souvenir argentino”. Además, comenzaron a desarrollar el concepto de las cafeterías para fortalecer la marca desde una unidad de negocios más atractiva y potente. El alfajor es un producto identificado con la argentinidad, la golosina por excelencia. Havanna representa una grata experiencia basada en la calidad. Vive en nosotros como un referente de miles de historias.

Historia

Benjamín Sisterna, Demetrio Elíades y Giuseppe Vaccotti fundaron la empresa en 1947. El 6 de enero de 1948 comenzaron a producir alfajores en la ciudad de Mar del Plata, provincia de Buenos Aires. Sisterna era panadero y había trabajado previamente en la tradicional “Confitería Los Dos Chinos” en la Ciudad de Buenos Aires. Junto con su socio Sbaraglini desarrolló su primer producto: los “Alfajores Santa Mónica”. Estos alfajores estuvieron a la venta en distintos puntos de Buenos Aires, pero sin mucho éxito.

Sisterna llega a Mar del Plata en la década de 1940 y allí conoce a Demetrio Elíades con quien se asoció al poco tiempo. Él era dueño de la Confitería Havanna situada en el centro de la ciudad, la llamaron así en honor a la capital de Cuba, llamada en alemán «Havanna».

“Pensábamos que debíamos crear un sabor especial, diferente, único (…). El maestro pastelero mezclaba todo el día, y mis socios y yo, a partir de las 6 pm, nos dedicábamos a probar los alfajores”, contaba Sisterna en una antigua entrevista.

Los productos que consumimos hoy se elaboran con la misma receta de hace 70 años utilizada en la Confitería Havanna original. Después de los alfajores de chocolate vinieron los de dulce de leche, las galletitas de limón y los conitos Havannets. Así fue que estos alfajores se convirtieron en un emblema de la ciudad costera y todos los turistas que veraneaban en Mar del Plata consumían sus productos y los llevaban de regalo en su regreso a casa. «¿Se va hoy? ¿Se va mañana? No olvide llevar alfajores Havanna».

Cachafaz, el mito de la receta robada

A principios de la década del 2000 Marta Alcaraz comenzó a hornear alfajores caseros en su cocina doméstica del barrio de Liniers. Sus hijos, Leonardo, Javier y Gastón fueron quienes dieron impulso al ambicioso proyecto de convertir ese dulce doméstico en un negocio de escala. ¿Cómo lo hicieron? Fácil. Cuando salían a vender los alfajores comenzaron a esparcir el rumor de que un exempleado de Havanna se había llevado la receta consigo y había empezado a trabajar para ellos.

Así, con esta pequeña mentira – y con un producto con una calidad similar a los Havanna –  Cachafaz se abrió camino en la industria de las golosinas y pasó a ser el principal competidor de la empresa marplatense.