La trampa del entretenimiento: de la TV a las Redes Sociales
Neil Postman, en su influyente libro Divertirse hasta morir, reflexionó sobre cómo la televisión transformó el discurso público en espectáculo. En su análisis, advirtió que el entretenimiento se había convertido en la supraideología que moldeaba nuestra comprensión de la política, la educación y la religión. Aunque publicado en 1985, su mensaje resuena con fuerza en la era de las redes sociales, donde plataformas como TikTok e Instagram han llevado las preocupaciones de Postman a un nivel aún más profundo.
La Televisión Según Postman: El Show Business
Postman argumentaba que la televisión no solo transmitía contenido, sino que transformaba todo en entretenimiento. La política se convertía en un show donde los candidatos eran evaluados por su apariencia, no por sus ideas. La religión se despojaba de su profundidad para convertirse en un espectáculo superficial, y las noticias eran fragmentos breves diseñados para atraer, pero no para informar.
La televisión, decía Postman, creaba «pseudocontextos»: fragmentos de información que, aunque interesantes, carecían de utilidad o conexión con la realidad del espectador. En lugar de fomentar el pensamiento crítico, el medio visual se enfocaba en captar atención y generar emociones pasajeras.
De la Pantalla al Scroll Infinito
Las redes sociales modernas amplifican estas dinámicas. TikTok e Instagram han llevado la fragmentación y la trivialización del contenido a nuevos extremos. Su naturaleza visual, efímera y diseñada para el «scroll infinito» refuerza lo que Postman llamó la superficialidad del entretenimiento.
- Superficialidad y Fragmentación:
Donde la televisión ofrecía programas de 30 minutos, TikTok e Instagram reducen todo a segundos. Las ideas complejas son transformadas en videos rápidos, donde el mensaje debe impactar de inmediato o se pierde en el mar de contenido. - El Entretenimiento Como Ideología:
Las redes sociales, como la televisión, han hecho del entretenimiento el único filtro válido para el éxito. Incluso los temas serios, como el cambio climático o la política, deben adaptarse a las tendencias de baile o música popular para atraer atención. - La Imagen Sobre la Palabra:
En Instagram, las fotos pulidas y los reels perfectos refuerzan la idea de que lo visual es más importante que lo reflexivo. Los líderes y expertos son juzgados más por su presencia digital que por su competencia real. - Pseudocontextos Modernos:
Las redes sociales están repletas de contenido desconectado: titulares alarmantes, memes políticos y videos que simplifican problemas complejos a frases atractivas, pero vacías. Esto crea una ilusión de conocimiento que no lleva a la comprensión ni a la acción. - Desinformación y Pasividad:
Donde Postman veía en la televisión una erosión del pensamiento crítico, las redes sociales llevan este problema más lejos. La naturaleza pasiva del scroll infinito fomenta el consumo de información sin cuestionarla o analizarla.
¿Es Irreversible?
Aunque las redes sociales exacerban muchos de los problemas que Postman identificó, también ofrecen oportunidades. Pueden ser herramientas para educar y fomentar el pensamiento crítico si se usan de manera intencional. El desafío está en aprovechar su capacidad de viralidad para difundir contenido que no solo entretenga, sino que también informe y conecte.
Conclusión
Postman nos dejó una advertencia poderosa: cuando el entretenimiento domina, la reflexión se pierde. Las redes sociales, aunque diferentes a la televisión, refuerzan su mensaje. Si no somos conscientes de cómo estas plataformas moldean nuestra percepción, corremos el riesgo de trivializar aún más nuestro discurso público. Sin embargo, también nos dejan una oportunidad: transformar el espectáculo en una herramienta para el aprendizaje y la conexión significativa.